viernes, 25 de julio de 2014

Un eclipse por cada beso

Cual flor de rosario escondida entre la maleza,
cual flor casi ahogada en la orilla del río,
dicen que en el castillo está esperando una princesa,
sentada en la silla, tapada por el frío

Encarcelada en un mar de emociones,
cual poeta buscando su musa entre las canciones y delirando,
encontrando alguien su sufrimiento,
quiso sacarla de aquel tormento

La princesa llora lágrimas de sangre,
padre, déjeme buscar a mi príncipe,
y su padre para que su corazón no se desangre,
le ordenó no pisar calle para evitar que se precipite

Cogió él su caballo y fue a buscar a su princesa,
muchas veces estuvo hablando con las estrellas,
preguntó miles de veces donde está su Dulcinea,
éstas le respondieron en su castillo rea

Llegó a los oídos del padre que buscaban a su niña,
entonces fue corriendo a verla en su aposento,
ella llorando intentó salir corriendo,
con la mano en el pecho sentía el corazón ardiendo

Escuchó el príncipe los llantos de dolor,
cambió de dirección a su caballo blanco,
llegó al portón del castillo y entró,
llegó a la puerta de su habitación corriendo como un galgo

Abrió la entrada del aposento,
vio a su princesa muerta por el sufrimiento,
y el rey sentado en la esquina con llanto lento,
saltó por la ventana para terminar con su tormento

Los guardias precipitados fueron al cuarto de la princesa,
culpando al pobre príncipe, encerrándolo entre barrotes,
al día siguiente fue condenado al garrote
murió sólo y triste, lloró por ella antes del último toque

Y allí en el cielo se reunió con ella,
acarició su cuello, tocó su melena,
allí se unieron en un mismo cuerpo,
besó a su Dulcinea, sin importarle estar muerto

Y a la luz del alba Dios se llenó de cariño,
por ver cuanto se querían y reían como niños,
que en honor de la princesa hubo estrellas fugaces,
una por cada lágrima y un eclipse por cada beso.

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